lunes, 13 de enero de 2014

IGLESIA DE SAN PEDRO EL VIEJO


La iglesia de San Pedro, que está situada en la calle del Nuncio, esquina a la costanilla de San Pedro, ahora, cuando ha perdido alguna de sus escasas obras de arte y su condición de parroquia (es una de las citadas en el Fuero de Madrid de 1202), en su modestia, resulta insuperable.


 Edificada sobre una antigua mezquita árabe, parece ser que fue reconstruida por el rey Alfonso XI para conmemorar la toma de Algeciras (1345). Sí es seguro que, reinando Felipe IV, se realizaron unas drásticas reformas para adaptarla al gusto barroco, obras ejecutadas por el maestro Francisco Sanz y finalizadas en 1661 (de esta época son los escudos reales que pueden verse en las fachadas norte y sur). También se realizaron algunas reformas durante el siglo XVIII y después de las guerras de la Independencia y de 1936.


En 1891 se trasladó la parroquia y la advocación a la iglesia de la Paloma, por lo que, desde entonces, recibe la denominación de San Pedro el Viejo para distinguirla de su sucesora, llamada San Pedro el Real.


La parte más antigua conservada es la torre, que data de su época de reconstrucción en el siglo XIV. De estilo mudéjar, muy esbelta, se adorna en las cuatro caras con aspilleras inscritas en arquitos ciegos de herradura.


El cuerpo del campanario, con ventanas geminadas de medio punto, alojó una famosa campana, sustituida por otra en 1801, que según la tradición, por su gran tamaño, no podía ser subida a su lugar y una mañana apareció puesta en él. Su tañido atraía la ansiada lluvia o alejaba las tormentas de pedrisco.


Junto a la puerta de entrada por la calle del Nuncio (existe otra cegada por la costanilla de San Pedro) hay dos dependencias, con sus propias puertas de acceso, que fueron sede de dos antiguas hermandades: la Cofradía del Cristo de las Lluvias, vinculada con la famosa campana milagrosa de la torre, y la Venerable Congregación de Sacerdotes Naturales de Madrid, hoy en la calle de San Bernardo.


En el interior apenas pueden verse restos medievales. Casi todo es fruto de la remodelación del siglo XVII. Presenta un conjunto de planta basilical, con naves laterales a ambos lados del presbiterio, rematadas con sendas grandes capillas. La del lado izquierdo, que conserva la bóveda gótica de nervaduras de su fábrica primitiva, era propiedad de la familia Luján, y guardó la estatua en alabastro de don Antonio de Luján, arzobispo de Mondoñedo, y que actualmente se encuentra en el Museo Arqueológico de Madrid; hoy esta capilla pertenece a la Cofradía de la Virgen del Perpetuo Socorro. La otra capilla, la de la derecha, donde antiguamente estaba el Cristo de las Lluvias, hoy es la del Santísimo.


La nave central, con arcos de medio punto entre pilastras toscanas, se cubre con bóveda de cañón con lunetos laterales.


El retablo del altar mayor, barroco, casi churrigueresco, de Sebastián de Benavente, tiene columnas salomónicas, escudos reales, angelotes portando la tiara papal, una hornacina con una Inmaculada del siglo XIX y una copia del cuadro de Guido Reni La crucifixión de Cristo realizado por Juan Bautista Caturnio. A ambos lados de este retablo, sustituyendo a las muy buenas esculturas de Manuel Gutiérrez, San Pedro y San Pablo, destruidas en 1936, se encuentran dos cuadros del siglo XVII, San Francisco de Asís y Santa Isabel de Hungría.


Otra obras de arte son un buen busto de Ecce Homo y un San José con el Niño, barrocos, colocados en la nave de la derecha; una soberbia escultura de San Roque, obra de Esteban de Agreda, en la capilla del Perpetuo Socorro; un San Antonio, del siglo XVIII, y la imagen de Jesús Nazareno conocida como Jesús el Pobre, obra de Juan de Astorga, de gran veneración en todo Madrid.



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